En muchas ocasiones, la selección del aceite de motor se realiza de forma incorrecta. Por ello, es muy importante tener en cuenta las recomendaciones del fabricante del aceite y hacer una buena lectura de ellas en función de la naturaleza del gas y de su composición.
En caso de utilizar gas de vertedero o biogás como combustible, la selección es compleja ya que su composición puede variar significativamente, incluso cuando éste se produce en una misma ubicación. Para ello, es importante realizar análisis periódicos de su composición, ya que permite anticiparse a los cambios en el comportamiento del lubricante en servicio.
Sin embargo, con otro tipo de gases, como el gas natural, la selección es algo menos compleja, ya que su composición está perfectamente definida por las especificaciones establecidas por los organismos oficiales.
La continua evolución de los propios motores de gas trae consigo nuevas y más duras exigencias para el aceite lubricante, que no siempre se pueden afrontar por un aceite lubricante tradicional basado en aceite mineral.
Desde hace unas décadas, los fabricantes de aceites lubricantes iniciaron el proceso de incorporar a la composición, aceites base sintéticos o procedentes de procesos de refino mejorados.
Paralelamente, los diferentes aditivos que forman parte de la composición de los lubricantes han sufrido también una evolución positiva hacia la búsqueda de mejoras en las propiedades naturales de los aceites base.
Un perfecto equilibrio y sinergia entre el aceite base y el paquete de aditivos es clave para el buen funcionamiento de los motores.
Una selección no adecuada del aceite lubricante no necesariamente causa daños inmediatos en el motor. En la mayoría de los casos, las consecuencias se manifiestan al cabo de varios miles de horas de funcionamiento y conllevan la reducción de la vida útil de componentes clave del motor, afectando tanto al rendimiento como a la fiabilidad del motor.
