El uso de grasas como lubricantes es una realidad. La función de la grasa es permanecer en contacto con las superficies y lubricarlas sin generar fugas de la misma debidas a fuerzas centrífugas, presiones, etc. Al mismo tiempo tiene que ser capaz de fluir por las partes a lubricar. Se debe prestar especial cuidado, una vez seleccionado el tipo de grasa, con la cantidad de grasa aplicada, así como con el método de reengrase.
Por lo tanto ¿es recomendable utilizar grasas en lugar de aceites lubricantes?
Algunas desventajas de las grasas frente a los aceites lubricantes que pueden contribuir a tomar decisiones:
– Las grasas poseen menor capacidad de enfriamiento/transferencia de calor que los aceites
– Las altas viscosidades de las grasas hacen que se impongan limitaciones de velocidad cuando se utilicen éstas, ya que se genera excesivo calor. El problema empeora debido a las malas características de disipación del calor de las grasas.
– La estabilidad al almacenamiento es mucho peor que para los aceites. Tiende a separarse el aceite base del espesante.
– Se debe tener mucho cuidado a la hora de mezclar grasas, ya que además de tener en cuenta la compatibilidad de los aceites base y aditivos, también se debe de tener del espesante.
– El efecto de los productos de oxidación en la estabilidad de los espesantes hace que la grasa sea más susceptible a la oxidación.
– La grasa, a diferencia de los aceites, suspende los contaminantes permanentemente, exponiendo las superficies a las partículas y sus efectos abrasivos.
– Es difícil aplicar cantidades exactas de grasa, especialmente durante la relubricación, que lleva al sobre engrasado.
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